29 de enero de 2010

Tantos colores no nos llevan al cielo: la realidad, con una venda



[…] “Así que antes veías las cosas”, confirmaba Claudio con euforia. “Por supuesto.” “¿Y ese recuerdo te ayuda a imaginar lo que te rodea?” “Sí y no. También los recuerdos se van borrando. A veces recuerdo el recuerdo del color, pero no el color mismo. ¿Vos te acordás de todo lo que aconteció cuando tenías seis años? ¿No te pasa que a veces recordás algo que ocurrió, pero no como evocación directa de tu memoria, sino porque el episodio viene siendo repetidamente narrado, a través de los años, por tu madre o tu padre? Al final, asumís tu papel como protagonista de esa historia contada, pero no desde el interior de este protagonismo que alguna vez tuviste.”
A Claudio esa explicación lo superaba. Se le figuraba enigmática pero fascinante. Entonces agregaba: “¿Y soñás a veces?” “Sí, sueño a menudo.” ¿Y en los sueños, ves?” “Bueno, no sé si veo o creo que veo.” “¿Y soñás en colores?” “No siempre, pero en alguna ocasión. Lo que ocurre es que cuando despierto, tengo conciencia que soñé con colores, pero no te sabría decir cuál es el rojo, el amarillo o el verde. Además, no siempre sueño que veo o creo que veo. Lo más frecuente es que intervengan en mis sueños los sentidos que aún poseo. O sea, sueño que palpo cosas, saboreo cosas, oigo cosas, huelo cosas.”

Fragmento de “La borra del café” de Mario Benedetti.


¿Cómo aprehendemos la realidad? ¿Cómo funcionan los sentidos? ¿Cómo vemos? ¿Qué vemos?
Lo relativo a los colores es lo que creemos por ellos, lo que colectivamente aceptamos como amarillo... ¡Hay tanto amarillo en esa canción y no la veo! O si la veo, pero bien mirado, nadie cree que pueda hacerlo...
¿Qué hay detrás de tantas palabras? Siempre una idea.
¿A dónde van los sueños? Al recuerdo, al olvido... ¿Se olivda en colores solamente? Caramelos rojos, ¿por qué ricos?
Cuesta abstraerse de la imagen, o de la idea primera que tenemos de imagen como foto... ¿Cuántos océanos nos perdemos por mirar? ¿Por qué no vemos la brisa?
Confieso que soy el primer adepto de la imagen visual como imagen total, y esto por mi imposibilidad de abstraerme de las fotos para construir y reconstruir la realidad... ¿Será que todos esos sueños que no recuerdo fueron oliendo, degustando, tocando, oyendo?
¿Qué mundo nos estamos perdiendo por ser hijos de los ojos?

Los sentidos son las puertas al mundo que nos rodea, o que nos figuramos que nos rodea. Si tan anclada está la relación imagen-ojos que no podemos relacionarla con los otros receptores sensoriales sin tener que abstraernos en demasía (o al menos con cierto esfuerzo), ¿podemos realmente afirmar que conocemos, sabemos, vivimos?

¿Por qué es único el momento en el que cerramos los ojos y nos "dejamos llevar"?
Ah de ser que tanto empieza por ahí y no lo supimos sentir...



- Imagen perteneciente a la artística del álbum "Wish you were here" de Pink Floyd. -

25 de enero de 2010

Legitimación del producto: ¿quién carga con el canon?

Publicaba el 22 de diciembre de 2009 este enlace en mi facebook personal y acotaba:

"Verón habla de Industria de la información, pero esto es Adorno, esto es Horkheimer, esto es Industria Cultural, y es el aspecto negativo de tanta generalización ante un sólo postulado, que no niega ni calla nada, pero que trasciende. No ha de entenderse por Información, puesto que lo que se pone en juego no es el contenido, sino el producto en sí: producto, cuestión básica de la cultura pos-moderna, pero producto que también es para todo, siendo que esto, esto, esto es más que la comercialización de un auto, trasciende toda cadena de montaje: esto es lo que, en oposición, implica a la alta cultura. La deslegitimación se vincula más con el uso y abuso de los medios, y de la gente, y de los mánagers, claro, pero la señora pelada siente, lo siente... "But he is a fool..."
Industria cultural que no nos deja desvincular arte de desastre, que convierte todo en mercancía, aún critícándola... Canción soñada de la posmodernidad; no, de la eternidad: lo pos-moderno es una excusa para vender mejor. Esto no se vende, esto es impagable...

Fe de erratas: Se dijo "de contenido"...Más apropiado sería y es "De discurso plausible como interpretación del mundo". El arte es interpretación, como todo lo es, pero la información propiamente dicha está ahí, y dada, para la rapidez de aprehensión de la gente de dicha realidad, cualquiera que sea: el arte, el alto arte, esto es, no da lugar a celeridad de interpretación: uno necesita interpretarse a sí mismo, interpretar la obra, sentirla, vivirla para lograr sentir tanta cosa suelta por ahí y que no se puede captar por naturaleza, así como está dado. Interpretación es todo, de interpretaciones somos; arte, la más compleja. Atañe a la totalidad del individuo con el mundo."


http://www.youtube.com/watch?v=PEirGLm3t8o

Comentario de fanáticos, ha de confesarse, pero ¿hasta dónde todo y nada lo es?
Antes de atender a lo fanáticamente postulado, ha de entenderse que arte o no arte lo configura el ser, en sí y si le importa: Duchamp es Duchamp porque alguien lo colgó en un museo conocido; copia de copias, lo nuevo está en la revelación; copia y más de lo mismo es Danielle Steel, y ¡por dios que no los comparo!, pero resulta la única lectura de mucha gente, pobre para muchos, pero ahí está, y para ellos es más que legítimo: alguien también las publicó, se venden por millones, les gusta. ¿Qué más ha de pedirse? Libre albedrío, pero sin definición concreta y entendiendo que "la literatura es de por sí tan difícil de conceptualizar", ¿quién hace el canon? ¿Quién legitima? Y, al fin, en cosa seria: ¿por qué este y no aquel? Valor, el individual otra vez, pero si todo lo es, ¿entonces esto? Ese alguien de Duchamp se ampara en su posición obtenida probablemente por ese mérito que deviene de los libros, aquel alguien que sólo lee a D.S., ese legitima porque le gusta, y, vamos: ¡es igual de -válgase la redundancia- legítimo! Aunque, claro, para él... No está en los libros, sí en su haber y por ello es respetable, como todo lo que concierne a uno. La discusión sobre todo esto es plausible, pero el ser es ser en sí, y aprehende su propio mundo. De allí a todo.

Ahora bien. Aún cuando quede ya todo expreso, pero no menos ligado al gusto personal, en el comentario del enlace, valga la siguiente pregunta: si todo lo que consumimos pertenece a la industria cultural, ¿es, por oposición a la etapa anterior, no-arte? Necesario también decir: si todo es producto, no hay espacio para el arte puro y limpio de toda cuestión mercantil? Es cierto que todo, todo, todo lo que (sí, ahora es) "consumimos" fue pensado como factible para que determinados grupo sociales lo consumiesen, incluso toda la movida under y no-alineada puede bien entenderse así, puesto que aún desligándose del sistema industrial, su oposición al mismo funciona como opción para ciertos grupos que se desentienden del sistema, y así la cadena. Es, sí, una mirada triste a tanta cosa bella, que por todo lo escrito antes, para alguien lo es, pero el problema es de nuevo la legitimación del producto, que bien, sí, se repite, todo lo es, todos lo venden, pero ¿qué hay del que lo consume? ¿Es tan pasivo que sólo compra maquinalmente?
Existen las sensaciones; es poco más de todo eso que se dice, es lo que queda como recuerdo de aquella canción que nos persigue, del libro que todos compraron pero que a nosotros nos dijo; de eso se trata... De qué nos significa... A cada uno de nosotros. Sé que es hasta cursi la idea, pero ante el producto ha de verse, luego de comprado, al consumidor, y tratar de interpretar su relación con el mismo. Aún cuando lo "adquiera" porque todos lo hacen, si le significa, ¿qué tanto de cultura hemos perdido?
Válgame nuevamente el fanatismo: me siento el ser más libre cuando escucho a Pink Floyd... Hay algo entre esas notas y yo que no se las puedo contar a nadie... Que arden.

22 de enero de 2010

El fundamento de la realidad y la realidad fundamentada


El fundamento de la realidad y la realidad fundamentada*

La base de la pseudo-condición
Quizá sea por todas las barreras que han traspasado, quizá porque barreras siguen existiendo, la cuestión de cuestiones es que el debate en torno a la identidad sexual es un tema poco más que recurrente dentro de las asignaturas del globo. Los grupos homosexuales, en sus contextos, con sus historias y leyes mediante, no han dejado de ser parte de la acción pública de las últimas décadas, y esto no tan aristotélicamente hablando, sino más bien en sus bases, en su necesidad de ser reconocidos como iguales, como diferentes en un mundo desigual pero con las mismas condiciones y aceptaciones que cualquier ciudadano. La base primera: su pseudo-condición -que no seamos todos condicionados-, que la diferencia no radica en esta cuestión hétero-homo, sino en la idea que se tiene de ello, en el fundamento primero, a saber, el principio de aquello que hace de un homosexual lo que es; ¿se nace o se hace?
Y esta pregunta no puede ser central hasta que otras preguntas hayan tenido respuestas, hasta que el –por de alguna forma discriminarlo, diferente de segregarlo- homosexual haya sido aceptado en ciertas instituciones y su posición al respecto de este interrogatorio tenga relevancia. Y, por esto mismo, quizá en la Argentina no haya tenido ni el peso ni la fuerza que en la región Toscana de Italia, donde fue el mismo gobierno quien propulsó la campaña, en el marco del Festival de la Creatividad de Florencia. Pero entiéndase con esto, y así mismo fue planteado, que el objetivo primero fue el mensaje y no el festival. Y el discurso, que sería entonces censurado por las otras instituciones que de forma histórica se han opuesto, como la iglesia, fue conciso, directo y puntual: la imagen de un recién nacido con su brazalete identificatorio de sexo, homosexual, y la leyenda que reza: “La orientación sexual no es una elección”.
La publicidad fue creada por la fundación canadiense “Emergence en Quebec”, que lucha contra la discriminación sexual, entre otras bajezas humanas; y fue creada para que el gobierno toscano la inserte en sus calles, en sus diarios, en su debate anti-discriminación al que también adhiere. Al respecto, Antonio Fragai, de derechos civiles dice: “La homosexualidad no es un vicio, no debe ser condenada ni marginada, ni mucho menos debe ser perseguida”, a lo que el opositor demócrata-cristiano Luca Volonté responde: "Al usar la imagen de un recién nacido se da a entender que se nace homosexual, que se trata de una característica innata, lo que es un engaño y una vergüenza”; vergüenza también señalada por el Vaticano, proclamando que no hay necesidad de plantear el tema de esta forma. Y el debate regional se hace mundial y los diarios del globo se hacen eco del bebé y su simbólico distintivo.

Sala de recién nacidos
El símbolo primero y quizá el total. Tan sólo el bracito arrugado y pequeño y el brazalete hubiesen alcanzado para emitir el mensaje base: se nace homosexual.
El brazalete en sí mismo remonta a la sala de recién nacidos y a la necesidad de clasificarlos; el choque se produce por este nuevo género, no por aparición sino por aceptación. Si se hace una lectura detenida se puede uno preguntar si el homosexual deja de ser varón o mujer, pero entonces recuerda que su pseudo-condición lo aleja de toda condición, que entonces, según los otros principios básicos, el varón nació para unirse a una mujer, y la mujer, para el hombre; el homosexual entonces, ¿dónde entra? ¿Qué brazalete debe ponérsele si el diccionario, público en este caso, no lo alcanza a definir? Y, de forma implícita, la crítica: ¿por qué no se lo etiqueta de “Heterosexual” al bebé de al lado? Quizá porque hay una sola manito y no se reconocen a los demás, quizá porque eso no es lo que importa, el problema no radica en ello, con seguridad porque el bebé de al lado tiene la etiqueta de “Varón” y esa habla por sí sola para él, y excluye a la manito publicada.
Sobre el puño cerrado uno puede preguntarse si el bebé ya no se está quejando de tanto alboroto por una cuestión que, entiende, debería de ser tan singular como la realidad del heterosexual -si resulta necesario diferenciarse-. Pero quizá lo más necesario sobre este puño son sus arrugas, su vinculación con la realidad primera, que es la del nacimiento. Entonces sí se puede hacer la vinculación distintivo-mano y comprender hacia dónde se va, desde dónde parte la idea, y entender que ya desde el nacimiento el ser es quien es y no hay caracteres externos que configuren su sexualidad.

“L’orientamento sessuale non è una scelta” y la imagen difuminada
Es cierto que el brazalete y la manito hablan por sí solas, pero entonces no se hubiese podido crear el choque mayor del que hablan los opositores, o no hubiese sido el mismo: la imagen del bebé es necesaria para que el mensaje impacte. Probablemente el bracito por sí solo hubiese pasado desapercibido en las páginas de los diarios, pero no la imagen de un bebé, no todo el significado que esto tiene socialmente. La imagen de un recién nacido crea sensaciones de ternura, nostalgia, despierta las emociones más tibias y sensibiliza y, por esto mismo, en sí misma es todo un mensaje del que no se podía prescindir. Pero, del mismo modo, uno puede observar que la figura del bebé fue retocada, difuminada en este caso, y esto para que no bloquee el mensaje primero, el del brazalete, para que no le saque todo el tinte que en sí mismo porta.
Y, por último, la leyenda, blanca cual el brazalete y uno hace la conexión directa: “se nace homosexual” -tal y como se interpretó-, ergo: “la orientación sexual no es una elección”. La leyenda tampoco está difuminada y se ubica por encima el brazalete, quizá para disipar incluso la posibilidad de equivocación en la lectura de la publicidad; y, al costado del niño, sin tapar sus rasgos distintivos, sin amortiguar entonces su mensaje, dejándole ese espacio que se le estableció.

La ley de lo primero
De elecciones se trata entonces todo lo que viene después, del nacimiento, de la publicidad, del discurso primero, segundo, al cubo, a la n, el que nos llegue, que alguno nos llega, y respuestas son entonces las que podamos concebir, pero la base, el principio, es antes de eso, antes de que se pueda hablar de algo, es en el principio de la historia, y ahí es donde se instala esta discusión que tiene muchas voces, pero que la realidad, fuera de toda semiosis, como toda realidad en sí, es única y, por ello, incomprensible. Y, por eso mismo, todas las posiciones son válidas, si no son coartadas por alguna creencia que no deja ver más que una cara y que, de esta forma, conoce una sola realidad y no la aprehende en el todo que se puede tomar; y, entonces, el principio es donde somos, y fuera de toda etiqueta, la discusión va más allá: va sobre los principios y los valores que tendrán poco de objetivos pero que han de ser aceptados como único medio posible para el funcionamiento de la sociedad; y la discriminación fue, va e irá en contra de todo buen principio y esa es la inadmisibilidad primera, por eso es por los que algunos luchan y otros deberían aprender a callar.




*Trabajo presentado en la cátedra "Semiótica de los medios contemporáneos" de UCES Rafaela, año 2009, prof. Claudia Manera

La agenda n/u/e/s/t/r/a de cada día

"Cinco periodistas se aíslan para conocer la realidad sólo a través de
las redes sociales"
http://www.20minutos.es/noticia/610955/0/periodistas/aislados/redes/


Facebook y Twitter sobreviviendo al ser de la era de la información; un MSN con más posibilidades de individualización y, aún así, de interfaz: el hombre portador de la información, lo que pasa según vos y yo y ella y aquel otro. Tanta nube suelta que tratamos de observar de una. Agenda setting nuestra de cada día. Clicks y más clicks hasta ese lugar que, queremos, sea común. ¿La propuesta? Un libro con tu cara y un click retorcido, poco menos que palabras, casi una mirada ciega: ¿qué dice? ¿Quién dice? Quién... Eufemismos aparte, Frankfurt y un par más digan que decimos, que allá vamos: los nuevos portadores de la realidad aportan lo que portan de otros medios, construcción de construcciones, reconstrucción, que todo lo es, que todo lo sea, pero que poco hablan. ¿Cuántos comentarios leemos en un enlace? ¿Qué dice el destinador al respecto? El usuario-emisor esto es... Muchas veces sólo calla, publi(cita)ca, sí, una cita también, pero acertada: es al bien común y no duele. Lo importante es que no hay aguja que pinche y "yera", el receptor se defiende, opina, juega, siente, lee... Eso, lee, un video, una letra, una imagen. Tanto acertado; tanto al fin.
¿Qué se conoce? Es el tema... Y, ¿por qué se conoce eso y por qué se evita aquello? ¿Qué podrían decirnos cinco no-periodistas? Pongamos a un obrero, un adolescente que estudia y a otro que no, un treinteañero mantenido, y una modelo... Agendas... Páginas enteras tendríamos, días, meses, de mucho o de nada... La diversidad... De los medios tradicionales, se conoce cierta homogeneización de la casa que paga, pero ¿fuera de ella? ¿Quién le paga a Ramoncito, a María Juana y a Anastacia? Libertad de prensa, como nunca, pero ¿qué publican? No vayamos a cuán libres, cultura entre las culturas, sí, lo sabemos, pero ¿qué dicen? ¿Dirán lo mismo que los contactos de las redes de todos aquellos señores de corbata en el campo 5 días?
No es deslegitimación; digo que la agenda es enorme, que tanto habla uno de sí mismo, vamos: ¡tan individual! Golpe acertado en la crítica, ¿por qué se olvida? Y, aún así, nuestra limitación, nuestra necesidad de aparejarnos de gente más o menos como nosotros, ahí todos, más o menos... ¿Qué dicen los amigos del abogado, del rollinga, de la novicia rebelde? Todos hablan y hacen hablar a los que ya hablaron, pero sus fotos...
De Sandro supe por mi madre... Después, me atormentó ella y la idea, y me di cuenta que de momento a otro, en todo lo poco de lo que me empapaba, estaba... Pero, cuando de la enfermedad pasó a la muerte certera, fue un facebooksiense, un alguien al que nunca le estreché la mano (cosa rara, muy pocos contactos, cosa privada) el que me dijo sin decirme: "Murió el gitano" -puso en lo que "estaba pensando"-... Y supe... Después sí, ya hablaban los diarios digitales y los otros alguienes y las personas en la sesión de chat... Pero el lugar primero fue un alguien que no me habla de Haití y, ¡vamos!, menos aún del estado de Evo, de Regrado, Cobos; no supe por él que se fue Benedetti... Quizás sí por otra facebooksiense a la que le substraje el link que abajo sigue, y la idea principal: ¿cuánto podemos saber del entorno que nos rodea por ese entorno? ¿Cuánto necesitamos saber y por qué sabemos eso y no vemos las otras curvas de la realidad?
Los 5 periodistas estarán muy al tanto de todas esas calamidades de comienzo de febrero -nos duele leer otra cosa-; claro que se quedarán con mucho dato en bruto y poca profundidad, casi como leer los títulos de un diario con muchos pibes contándonos, y algo de la familia y los chismes, pero los menos... Probablemente sólo hablen ellos de primeras planas; yo, en cambio, necesito leerlas, escucharlas, verlas... A eso vamos, consejo y realidad, sí, claro, pero también compromiso -individualismo, otra vez, pero que algo se prenda: mío.
Quizá sea esa la propuesta y, por lo mismo, no la respuesta. La multiplicidad de voces le da el cuerpo y el aroma al que quizá todos nos acostumbramos y, fuera de ver o no ver, pasa por otro lado, pasa por lo que apretamos, estrujamos; cosa inaudita, poco más que realidad, o necesidad de realidad, y ahí entra mi carencia y mi necesidad. Seamos sinceros, la avidez de conocer es antes propia y, si de algo sirve, para el otro; a esto último lo descarto, como descarto toda posibilidad de una letra mía que a alguien le signifique. Pero es aprender y aprehender, de eso somos, idea tras idea tras idea, el ser. Ya no queda más nube ni viento ni brisa... Quizá, sí, esa certeza: aprender a aprehender la brisa en voz, sentirla... Ah... Esencia.