25 de mayo de 2010

Argentinos bicentenarios


Es el auge de “la enseña que Belgrano nos legó”, de las insignias celestes y blancas que French y Berutti jamás pudieron haber repartido en 1810. Discursos, voces, poco más que sueños de aquellos argentinos revolucionarios y de estos argentinos bicentenarios, que recuerdan, que rememoran, que escriben y escuchan y visten los colores hasta que los festejos los separen. Calles enteras de banderas flameantes, palcos y programas, titulares, escarapelas en sold out, comercios auspiciando al sentir nacional, comercio de nación: toda una historia reunida en una nueva foto, quizás ahora sí con paraguas, de esta chusma que sigue sin entender bien qué está pasando.
No hay sentir patriótico cada 100 años: es casi redescubrir al fósil, desempolvar el pasado, exponerlo, y que el tiempo lo recupere. No se entiende, ni se vive, ni se siente a la historia adornando y adornándose, jerarquizando discursos por causa noble. Ser argentino o argentina no puede ser más que un gentilicio, y revelar estas cuestiones y tratar de desarraigarlas merecen mayor compromiso que el de un festejo. La historia debe desmitificarse para construir realidad; los discursos no deben decir y callar en situaciones pertinentes: los discursos deben decir siempre porque la Argentina debe ser pertinente para los argentinos, porque no sólo es principio, medio y fin, sino, ante todo, es nuestra, y ese es el grito que tratamos de rememorar, no la reunión ni los colores ni todo ese relleno que hace a la significación, pero dista mucho de ser bien significado. La patria no está en todos esos textos que se van, si no en lo que en nosotros queda, si es que aprendimos a sentirlo.
“Patria es humanidad” escribió Benedetti… Como si patria fuésemos, como si fuese posible dejar de ser…

las Provincias Unidas de Su...



Calles enteras de argentinas/os enteros/as vestidos de celeste y blanco. Páginas enteras, horas de audio y sonidos tan enteras… Tapas enteras. Todo entero para tanto vacío. Me preocupa que en unos días quede un calorcito en el pecho, y en poco más de dos semanas, como mucho, ya no, ya nada…
Me preocupan sobre todo los títulos y poderes; la pugna por un algo que es de todos los argentinos. Tanta disputa es inconcebible. Pero quizá es otra tapa más. Tal vez no debamos sufrir tanto.
¿Por qué la diva argentina está tan engalanada y con los símbolos patrios entre las piernas? Es la simpleza: Susana, el nombre, Susana, el rostro; celeste el nombre, blanca, ella. Un rodete que nos remonta a Evita (no pondré otra mujer; ¿por qué no tenemos tantas mujeres en la historia? Sabemos por qué, pero, por qué pondríamos “otra” entonces?), y los símbolos desperdigándose en el vestido, no por ello desordenados, todos debajo de su pelvis; su talante altivo, SU… Y ningún otro mensaje; sólo Susana y patria, pero Susana y luego patria, como Cristina y bicentenario.
En 1810 gritamos libertad; en 1816 realmente nos separamos… ¿Por qué nos adelantamos? Y, por otro lado, ¿no se debe llevar la bandera siempre si tan argentinos somos?
Esperamos hasta que la casita de Tucumán abra sus puertas nuevamente; esperamos a Susana vestida de coya, quizá, que poco importa en Miami, y más festejos, y demás…
“Patria es humanidad” dijo y escribió y sintió el vecino Benedetti… Y yo acá enojado con Shakespeare por encontrar las palabras justas tantos siglos atrás: Much ado about nothing (traducirlo sería quitar su verdadero valor, aunque acá signifique; intentaré, aunque duela, conservar el pequeño e inútil valor de las cosas).

3 de mayo de 2010

Libertad de expresar


3 DE MAYO: DÍA MUNDIAL DE LA LIBERTAD DE PRENSA.

Resolución: "Fomento de la libertad de prensa en el mundo" (1991)
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos


Artículo 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio: […] de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa […].

Constitución de la Nación Argentina

La libertad de prensa es, probablemente, uno de los bienes personales más difundidos en las sociedades democráticas… En el proceso de socialización secundaria, principalmente en los niveles intermedios de la educación argentina, se hace énfasis en este derecho, junto a otros valores y disposiciones que nos competen.
A mi parecer, “libertad de prensa” acota las circunstancias, puesto que “prensa” remite a medios, principalmente a diarios, mientras que la cuestión es de una índole bastante más amplia… Prensa se configura en el mundo del periodista, mientras que la idea que se acentúa es la de “expresión”, que en tanto tal, y como derecho, nos compete a todos.
Y, la expresión, en su nivel de acción, se configura en esos dos conceptos saussureanos que se desprende del signo y, por ende, de la significación: el significado, aquello que se expresa, y el significante, el cómo se expresa (en este caso no me refiero a las interfaces que se utilicen para decir, sino las modalidades propias del decir, que competen a la elección de las estructuras a utilizar para comunicar, y que en la comunicación verbal son acompañadas por lo paralingüístico y la entonación, mientras que en las diferentes formas de la comunicación escrita se manifiestan, así mismo, por los paratextos, y el contexto). Buscando la perfectibilidad que se le recrimina al lingüista, la conexión entre lo que se dice y la forma en que se hace se encuentra en los valores propios del comunicador; este es el punto más permeable de la presentación, puesto que es menester atender a los procesos individuales y es una imposibilidad para todo estudio, mas los diferentes signos resultantes pueden bien agruparse por similitudes. Aún así, este tema no nos interesa, sólo entender que es esta relación lo que moviliza a todo el sistema de acción, es la motivación en sí de “decir esto” de “esta forma”.
Cuando hablamos de libertad de expresión, comunmente nos referimos al signo en tanto tal; pero, siguiendo a Barthes, creo correcto en atender a los tres signos del signo (significante, significado y signo), y advertir a este efecto que la libertad de expresión debiera estar movilizada por un conjunto de valores configurados de un marco ético que, al menos, sea propio –siendo que toda institucionalización implica coartarse-, pero que, justamente, por responder a una ética, hable de un conjunto, de una cultura de la que forma parte. En definitiva, la libertad de expresión debe ser la libertad del “poder decir” respetando la diversidad, modelando para ello los enunciados en pos de atender al “cómo se dice”. Está claro que esto responde a una cuestión de contexto, y que el contexto también coarta y es determinante. Aún así, este “poder decir atendiendo al cómo se dice” puede desviarse estableciendo un contrato de lectura que así lo prescriba, como es el caso de la revista “Barcelona” (esta revista ejemplifica también las consecuencias de transgredir este principio implícito: es víctima de las críticas por sus publicaciones, que resultan, como mínimo, insultantes… Pues bien, la revista así lo estableció y se puede estar o no de acuerdo con ella, pero en tanto emisor ha establecido sus características y es decisión del usuario de, en este caso, leerla o no, o de hacerse cargo de las consecuencias).
Hablar de libertad de expresión- expresión más amplia que libertad de prensa, y no por eso menos acertada- es entonces hablar del derecho de los seres humanos de poder expresarnos libremente; esto no debiera significar (aunque lo hace), que se puede decir cualquier cosa de cualquier forma: todo aquello que se expresa está sujeto a críticas, y para no perecer bajo ellas debe estar sustentado por una serie de fuentes que lo legitimen; y, todo aquello que se expresa puede bien hacerse de muchas formas, pero la elección entre tantas modalidades debiera atender a los valores culturales propios de, siquiera, una sociedad dada, puesto que, por un lado, bien se puede hacer, y, por otro, se cae, ante todo, en la falta de respeto, que es otro de los bienes preciados del hombre, el de su integridad; y su importancia no es para nada menor.