3 de mayo de 2010

Libertad de expresar


3 DE MAYO: DÍA MUNDIAL DE LA LIBERTAD DE PRENSA.

Resolución: "Fomento de la libertad de prensa en el mundo" (1991)
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos


Artículo 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio: […] de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa […].

Constitución de la Nación Argentina

La libertad de prensa es, probablemente, uno de los bienes personales más difundidos en las sociedades democráticas… En el proceso de socialización secundaria, principalmente en los niveles intermedios de la educación argentina, se hace énfasis en este derecho, junto a otros valores y disposiciones que nos competen.
A mi parecer, “libertad de prensa” acota las circunstancias, puesto que “prensa” remite a medios, principalmente a diarios, mientras que la cuestión es de una índole bastante más amplia… Prensa se configura en el mundo del periodista, mientras que la idea que se acentúa es la de “expresión”, que en tanto tal, y como derecho, nos compete a todos.
Y, la expresión, en su nivel de acción, se configura en esos dos conceptos saussureanos que se desprende del signo y, por ende, de la significación: el significado, aquello que se expresa, y el significante, el cómo se expresa (en este caso no me refiero a las interfaces que se utilicen para decir, sino las modalidades propias del decir, que competen a la elección de las estructuras a utilizar para comunicar, y que en la comunicación verbal son acompañadas por lo paralingüístico y la entonación, mientras que en las diferentes formas de la comunicación escrita se manifiestan, así mismo, por los paratextos, y el contexto). Buscando la perfectibilidad que se le recrimina al lingüista, la conexión entre lo que se dice y la forma en que se hace se encuentra en los valores propios del comunicador; este es el punto más permeable de la presentación, puesto que es menester atender a los procesos individuales y es una imposibilidad para todo estudio, mas los diferentes signos resultantes pueden bien agruparse por similitudes. Aún así, este tema no nos interesa, sólo entender que es esta relación lo que moviliza a todo el sistema de acción, es la motivación en sí de “decir esto” de “esta forma”.
Cuando hablamos de libertad de expresión, comunmente nos referimos al signo en tanto tal; pero, siguiendo a Barthes, creo correcto en atender a los tres signos del signo (significante, significado y signo), y advertir a este efecto que la libertad de expresión debiera estar movilizada por un conjunto de valores configurados de un marco ético que, al menos, sea propio –siendo que toda institucionalización implica coartarse-, pero que, justamente, por responder a una ética, hable de un conjunto, de una cultura de la que forma parte. En definitiva, la libertad de expresión debe ser la libertad del “poder decir” respetando la diversidad, modelando para ello los enunciados en pos de atender al “cómo se dice”. Está claro que esto responde a una cuestión de contexto, y que el contexto también coarta y es determinante. Aún así, este “poder decir atendiendo al cómo se dice” puede desviarse estableciendo un contrato de lectura que así lo prescriba, como es el caso de la revista “Barcelona” (esta revista ejemplifica también las consecuencias de transgredir este principio implícito: es víctima de las críticas por sus publicaciones, que resultan, como mínimo, insultantes… Pues bien, la revista así lo estableció y se puede estar o no de acuerdo con ella, pero en tanto emisor ha establecido sus características y es decisión del usuario de, en este caso, leerla o no, o de hacerse cargo de las consecuencias).
Hablar de libertad de expresión- expresión más amplia que libertad de prensa, y no por eso menos acertada- es entonces hablar del derecho de los seres humanos de poder expresarnos libremente; esto no debiera significar (aunque lo hace), que se puede decir cualquier cosa de cualquier forma: todo aquello que se expresa está sujeto a críticas, y para no perecer bajo ellas debe estar sustentado por una serie de fuentes que lo legitimen; y, todo aquello que se expresa puede bien hacerse de muchas formas, pero la elección entre tantas modalidades debiera atender a los valores culturales propios de, siquiera, una sociedad dada, puesto que, por un lado, bien se puede hacer, y, por otro, se cae, ante todo, en la falta de respeto, que es otro de los bienes preciados del hombre, el de su integridad; y su importancia no es para nada menor.

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